En nuestras manos.

Como excusa para iniciar un ciclo lectivo.
En el preciso instante de la duda, ¿qué hacer para que este año sea mejor que el anterior? Se ilumina la senda y sin querer, subimos el primer escalón en la cuesta de lo que puede ser, de lo que vendrá.




Las GANAS. El solo momento de proponernos salir del quietismo o la espera de las soluciones que "otros" nos van a traer, no es otra cosa que el envión que necesitamos para ser nosotros mismos los que podamos empezar a crear nuevas propuestas formadoras del cambio que nuestro país necesita.

Al comenzar las clases, a pesar de tanta desprotección y falta de proyección, el trabajo del docente tiene siempre la posibilidad de apasionarse. Se puede hacer lo mismo del año pasado, total funcionó y no trajo grandes inconvenientes. O podemos provocarnos a cambiar un poco, algo, con el costo de probar lo que no sabemos como resultará.

Siempre esta el alumno y esa hermosa posibilidad de despertar en ellos la inquietud de saber.

Es real que hoy se hace muy difícil lograr impactarlos con nuestro mensaje. Aparentemente la competencia tiene ventaja, la televisión convence rápido y masivamente. Pero no estaría mal, a la hora de encontrar grietas que nos permitan actuar con buenos resultados, pensar que no son pocas las horas que están en las aulas y que en ellas tienen la posibilidad de estar acompañados; que el diálogo con los otros tiene la ventaja de sentir a los otros y que entre tantísimas otras cosas más, hay algunas que no se dicen en ningún otro lugar que no sea allí. Claro que para que esto pueda ser captado por los alumnos, antes que ellos, deben pensarlo los docentes, creerlo y usarlo como tal.

Si a nosotros no nos emociona ese párrafo de aquella novela, cómo haremos para transmitirle sensaciones de ésta a ellos. ¿No será mejor cambiar de novela, elegir una que nos entusiasme a nosotros para poder enseñarles nuestro entusiasmo, abriendo la puerta para que vayan ellos mismos en búsqueda de sus sensaciones?

La posibilidad de elevar la mirada y pensar un proyecto sin exclusión y superador del cortoplacismo en la educación solo será posible desde el propio ámbito educativo y con sus actores principales: los docentes, directivos y familias. El encuentro de los adultos responsables de la formación de los chicos, para amalgamar las ideas con las necesidades y encontrar canales de participación con el estado y las organizaciones sociales y políticas y así construir lo que nos debemos y merecemos.

Con muchas luchas aún que no se deben abandonar, por nuestros chicos, con el ejemplo de hoy para que haya un mañana. Tenemos un nuevo intento más por delante con el poderoso estímulo de saber que en este momento y en algún otro lugar, muchos, muchísimos otros hombres y mujeres comprometidos con la educación, estamos buscando sencillamente qué hacer para que este año sea mejor que el anterior.
Carlos M. Iglesias